¿Hay algo más exquisito y ligero que el vuelo de una mariposa? De una belleza que por su fragilidad nos parece imposible de alcanzar. Sin embargo, la naturaleza pudo pasar toda la belleza y fragilidad del insecto a una flor a la que se ha transmitido su nombre: la Mariposa Blanca, la flor nacional de Cuba. Pero veamos la historia. En septiembre de 1936 Cuba recibió una invitación del Jardín de la Paz de la ciudad de La Plata, Argentina, para que, al igual que el resto de los países del continente, enviara su flor simbólica nacional.

Como en aquella época en Cuba no había sido elegida aún la flor que la representara, se designó una comisión de botánicos y jardineros para estudiar y determinar cuál sería esa flor. Después de analizar y discutir las características de diversas flores, se eligió la Mariposa Blanca para representar el país y se reconoció a partir de entonces como la flor nacional de Cuba. Durante el proceso de selección fueron muy tenidas en cuenta las características siguientes: – La blancura de la Mariposa representa la pureza de los ideales independentistas, es un elemento presente en el escudo cubano y en las franjas de la bandera nacional.

– Las flores, apretadas a un mismo tallo, recuerdan que en la unión está la fuerza.

– La Mariposa refleja la delicadeza, gracia y esbeltez de las mujeres cubanas. Señalaban también los miembros de la comisión que “la perfumada y sutil flor, aunque no procede de Cuba, hace muchos siglos que se le conoce en el país. Ya en 1862 en el Diccionario de Voces Cubanas de Pichardo se menciona la Mariposa Blanca”.

Originaria de Vietnam, la Mariposa encontró en Cuba un hábitat perfecto y crece espontáneamente en todo el archipiélago. La planta que da origen a esta hermosa flor alcanza hasta un metro de altura y aunque florece todo el año, su mayor floración ocurre en la estación de lluvia. Se puede encontrarla por todas partes, principalmente en lugares húmedos, tales como las márgenes de los ríos, lagunas y arroyos. Es muy apreciada desde tiempos coloniales por las mujeres, que entonces se adornaban y perfumaban con sus flores. Pero la Mariposa es mucho más que presencia y perfume. Durante las guerras independentistas del siglo XIX, las mujeres solían prendérsela en las blusas a manera de testimonio de rebeldía contra el colonialismo español.